El yoga nace en la india en los albores de la humanidad, hace más de 2000 años, desde entonces han aparecido muchos textos destinados a explicar en qué consiste y como realizarlo, esto ha dado un considerable número de formas de entender lo que llamamos yoga, caracterizadas por distintas formas de ejercer la técnica, desde ejercicios muy considerablemente dinámicos hasta formas casi exclusivamente centradas en la meditación.
Estas distintas formas de entender el yoga en muchos casos se han convertido por derecho propio en diferentes estilos de yoga, en lo que ha venido a denominarse los yogas.
Las grandes diferencias vienen dadas inicialmente por los objetivos que se pretende en cada estilo, lo que lleva a una realización específica con unas técnicas concretas para poder alcanzar los objetivos.
¿Qué es el yoga terapéutico?
Desde sus inicios el yoga proclama sus efectos sobre el bienestar y la salud, de una forma holística, es decir comprendiendo al sujeto y la incidencia de la práctica del yoga sobre este, como una técnica que incide positivamente en factores físicos, mentales y emocionales.
A partir de las nuevas aportaciones científicas (médicas y psicológicas) y de la dilatada tradición, nace una línea el yoga terapéutico, cuyo objetivo es mantener y mejorar la salud, siguiendo los ejercicios clásicos que ofrece la disciplina, pero personalizándolos a las necesidades de cada practicante.
¿A quien va dirigido?
Como se trata de una técnica personalizada, cuyo fin es reponer la salud, de forma complementaria, el yoga terapéutico está dirigido a personas que quieran mejorar su salud.
Se ha mostrado especialmente útil para problemas psicoafectivos, como la ansiedad, la depresión y el estrés. Se utiliza con efectividad para mejorar dolores de espalda en general, lumbagos, cervicalgias, ciáticas y escoliosis. Existen evidencias científicas que lo proponen útil para la artritis y la osteoporosis. Representa una gran ayuda en la esclerosis múltiple y la fibromialgia.
¿Cómo se realiza?
Para el correcto funcionamiento de esta técnica, hay que seguir tres pasos, el primero consiste en hacer una valoración exhaustiva del practicante, con el fin de determinar cuáles son los ejercicios más idóneos y la mejor forma de realizarlos con el fin de conseguir los efectos positivos sobre la salud.
El segundo paso es la puesta en práctica, para ello se trabaja de forma individual, para corregir y adecuar los ejercicios al practicante, además el monitor actuara con diversas manipulaciones para aumentar la calidad y el bienestar del ejercicio.
En el tercer y último paso el practicante podrá pasar a una fase de mantenimiento, donde se trabaja en grupo, bajo la supervisión y reajuste del monitor.