El fin de la infancia, escrito por A. en 1953, relata la llegada de seres de otro planeta a la tierra, según parece, con intenciones benignas. Estos seres consideran que la humanidad no está preparada para asumir el aspecto físico de estos seres, por lo cual durante 50 años no se muestran ante la humanidad, así como no revelan tampoco sus planes.
Ante esta actitud alienígena los humanos toman diferentes posturas. Hay quienes creen que no son realmente seres superiores ni en forma ni en inteligencia, y mostrarse les haría débiles. Hay quienes creen que son seres malignos que ocultan sus verdaderas intenciones, aunque de sus actos no se desprende más que preocupación por la humanidad. Gracias a las intromisiones de los llamados “Superseñores” la humanidad deja atrás las guerras, el hambre, y se reconduce hacia conductas socialmente responsables
Después de 50 años velando aparentemente por la humanidad, por fin se muestran. Resultan tener el aspecto con que históricamente la humanidad representaba al diablo. ¿Casualidad? Memoria según los visitantes, que alegan que una comunidad como la humana puede tener recuerdos del futuro. En el inconsciente colectivo de la humanidad la llegada de estos seres está vinculada con el Apocalipsis, por alguna razón.
Van pasando los años, y parece que nadie pueda probar que las intenciones de los visitantes no son positivas. Pero el camino que están trazando para la humanidad va hacia un lugar muy concreto: la humanidad es apta para dar un salto evolutivo del que son incapaces los visitantes, a pesar de ser intelectualmente evolucionados, y como simples mandados de una inteligencia realmente superior han venido a preparar a la humanidad. La llamada “Supermente” es le ente realmente superior, que carece de integridad física. En el momento en que los niños humanos desarrollan percepciones extrasensoriales y capacidades que van más allá de lo estrictamente corpóreo, la humanidad está lo suficientemente educada como para no destruirse a sí misma. Finalmente sucederá la transfiguración, en la que los niños pierden toda su identidad individual, y la raza humana quedará fusionada con la supermente, en un estado irreconocible de existencia.
Son muchas las consideraciones psicológicas que se pueden hacer sobre las diferentes reacciones humanas ante una invasión alienígena, también sobre el estilo de Clark, y la manera que tiene de hilar una historia a través de más de cien años. Es notable el impacto que tiene el realizar que por mucho que el objetivo sea formar parte de algo grande y maravilloso, el humano es siempre reticente a renunciar a su ego. Este hecho, aquí representado con la trasformación de los humanos en la “Supermente”, se puede ver perfectamente en la dificultad que se tiene muchas veces en el campo del crecimiento personal y la meditación, de renunciar a emociones, pensamientos y conductas que creemos son las que nos definen y nos hacen “ser quién somos”. Aunque en realidad sean la causa de nuestro sufrimiento.
Pero lo que llama la atención, es la significación del diablo. Representa todo aquello que la humanidad no es capaz de corregir por sí sola, pues su propia moral le impide tomar las decisiones necesarias. Ante el uso injustificado de la fuerza por un gobierno para discriminar a una parte de la población (aparheid) sólo cabe aplicar una fuerza aún superior. Y sin un ente ajeno encargado de ajusticiar a los malos, los humanos acaban siendo siempre juez y parte. Se entra aquí en un bucle del que no se puede salir: ¿y si cada parte que emplea toda la fuerza que tiene creyera realmente estar haciendo lo “mejor”? Quedamos relegados a la imposición externa de evitar aquellas conductas que nos acaban destruyendo. ¿Y que tiene de peculiar la visión externa, que es capaz de discernir que es realmente lo “mejor” e imponerlo? Una visión global, toman la humanidad por un conjunto. La parcialidad viene cuando uno toma la perspectiva de un individuo o un grupo de ellos. Lo mejor para un grupo puede no ser lo mejor para otro pero si tomamos el grupo en su conjunto no hay diatriba.
Podemos llegar a la conclusión que lo que necesita la humanidad es verse a ella misma como una unidad, con infinitas piezas que la forman, que no tiene contornos determinados en realidad, ya que todos estamos interrelacionados.
En la historia de Clark, la humanidad no es capaz de dar este paso de manera intuitiva y necesitan que les impongan la paz para poder llegar a ser un todo sin autodestruirse.
Sea cual sea el destino que le espera a la humanidad en este universo, si es que hay alguno más allá de la propia conservación, es desde todos los puntos de vista el cese de la autodestrucción, el punto de inflexión determinante en la evolución. Esto pasa por ser consciente de que no existen terceros, de qué destruir al otro, sea cual sea su raza, nacionalidad o creencia, es destruirse a sí mismo. Y no hay otro camino para alcanzar esta conciencia que el del trabajo personal, constante y honesto. Cámbiate a ti mismo y cambiarás el mundo.
No se si Clark imaginó realmente a Karellen bajando de la nave, o a él mismo.
Referencias
Arthur C. Clarke. (2010). El fin de la infancia. Barcelona: Ediciones Minotauro.
Pedro Gómez-Esteban. (24 de 04 de 2007). ¿Has leído “El fin de la infancia”, de Arthur C. Clarke? Obtenido de El tamiz: http://eltamiz.com/2007/04/24/%C2%BFhas-leido-el-fin-de-la-infancia-de-arthur-c-clarke/
Santiago L. Moreno. (s.f.). El fin de la infancia . Obtenido de bibliopolis: http://www.bibliopolis.org/resenas/rese0016.htm
Wikipedia. (13 de 08 de 2015). El fin de la infancia. Obtenido de Wikipedia: https://es.wikipedia.org/wiki/El_fin_de_la_infancia