Para explicar la meditación primero hay que comprender aquello que no es. La meditación no es pensar, ni un ejercicio de reflexión, ni siquiera un tipo de concentración; no es un tráfico hipnótico, ni un ritual; no es nada forzado ni sintético. De hecho, no podemos hablar de la meditación sino de las meditaciones, ya […]
Para explicar la meditación primero hay que comprender aquello que no es. La meditación no es pensar, ni un ejercicio de reflexión, ni siquiera un tipo de concentración; no es un tráfico hipnótico, ni un ritual; no es nada forzado ni sintético. De hecho, no podemos hablar de la meditación sino de las meditaciones, ya que hay una importante cantidad de métodos que se proponen como meditación. En realidad meditar no es hacer alguna cosa, sino que es algo que sucede en un estado receptivo y abierto, trasladándonos de forma natural al presente. En general, todo aquello que podemos nombrar meditación es un método que se caracteriza por generar un cierto aquietamiento mental, que en última instancia nos ayuda a un auténtico autoconocimiento de nuestra naturaleza. Es la respuesta a la pregunta “Quien soy jo? “Es dice que la mente siempre está preguntando y en la meditación sólo hay respuestas. Es un proceso que conduce a un estado de unión de uno con el entorno. En la mayoría de las meditaciones se aprende a darse cuenta de lo que está pasando en su interior y como se relaciona eso con lo que pasa en el exterior, de una forma directa y viva.

Mejora de la salud y el bienestar

Aunque no es su objetivo, la meditación favorece de forma evidente la salud y el bienestar, motivo por el cual actualmente algunas ramas de la psicología y de la medicina han centrado su atención también en las técnicas de la meditación, algunas de las cuales tienen siglos de antigüedad. Asimismo, se han realizado diferentes estudios que demuestran de forma evidente que la meditación aumenta la atención, fomenta la salud, minimiza el estrés, desarrolla la creatividad y aumenta las emociones positivas tales como la empatía, la paciencia, la alegría y el amor. Se ha podido observar que durante la meditación hay una disminución del consumo de oxígeno, cambios bioquímicos, sincronización de las ondas cerebrales, descenso del ritmo cardíaco y descenso de la presión arterial de cara a los hipertensos. Aquéllos que la practican asiduamente ven cómo la ansiedad disminuye; la depresión y neurosis encuentran mejoría; los reflejos aumentan; el síndrome de abstinencia debido a estados de dependencia como el tabaco, el alcohol o las drogas disminuyen; el rendimiento académico mejora notablemente; la productividad aumenta y el sistema inmunológico resulta favorecido. Finalmente, hace falta tener en cuenta que el éxito en las consecuciones no viene determinado por ninguna capacidad en especial sino por la práctica seria y constando de un método apropiado que está al alcance de todos.

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