Qué es y qué no es el Yoga; Yoga Philosophy of Patañjali with Bhasvati
Hola a tod@s!
Este es mi primer post y lo empìezo con una pequeña aportación. Como a muchos de los que amamos el Yoga, no únicamente como unos “ejercicios de estiramiento”, sino en su sentido más profundo, creo interesante compartir algunas lecturas de un libro que yo personalmente encuentro muy interesante: el “Yoga Philosophy of Patañjali with Bhasvati”, de Swami Hariharananda Aranya (Universidad de Calcutta).
Ante todo quisiera que me disculparan los posibles errores que haya en el texto, ya que no soy un traductor profesional, pero creo que puedo hacer una pequeña aportación, dadas las circunstancias.
Por otro lado, quisiera agradecer a Marc su ayuda y consejo para poder avanzar en el estudio del Yoga, así como la oportunidad de poder compartir este trabajo.
Empiezo con un capítulo introductorio donde se explica qué es y qué no es el Yoga. Es un capítulo interesante que marca unas bases conceptuales para el estudio de los Sutras de Patañjali.
Saludos cordiales,
Alfons Trullàs
YOGA
QUÉ ES Y QUÉ NO ES
La posibilidad de detener a voluntad las fluctuaciones o modificaciones de la mente que se adquiere mediante la práctica constante en un espíritu de renuncia se llama Yoga. El Yoga verdadero se practica con el fin de alcanzar la salvación: el cese de las fluctuaciones de la mente o sus modificaciones implica el arte de mantener una idea en el ojo de la mente y cerrar el paso a todas las demás ideas o pensamientos. En un estado avanzado de la práctica, es posible que suspenda todas las idealizaciones. Las dos importantes características de Yoga a señalar son: (i) que es la supresión a voluntad de las modificaciones de la mente y (ii) que no es casual sino que se ha convertido en un hábito a través de la práctica constante, no para ganar un fin personal, pero en un espíritu de renuncia. Si sin ningún esfuerzo, sin que sea a través de nuestra voluntad hubiera alguna calma de la facultad cognitiva de la mente, entonces eso no es Yoga. Se ha encontrado que algunos hombres entran de repente en un estado de quietud mental, se imaginan que en ese momento no eran conscientes de nada. En cuanto a síntomas físicos, tal quietud se asemeja a dormir. Desmayos, catalepsia, histeria, etc. suponen asimismo un estado similar de inactividad mental. Por las condiciones mencionadas antes, ese estado no puede, sin embargo, considerarse como Yoga. Igualmente, algunas personas tienen, de forma natural o adquirida por la práctica, el poder de detener la circulación de la sangre o estar sin comer por períodos largos o cortos de tiempo, nada de eso es Yoga. Aguantar la respiración por algún tiempo de un modo físico o una postura particular, no es Yoga realmente, ya que en los hombres capaces de realizar tales proezas el poder de concentración de la mente a voluntad en cualquier objeto particular, no es considerada como una condición necesaria.
En la concentración Yóguica, donde sólo un único elemento del pensamiento se mantiene en la mente excluyendo las otras, hay etapas. Cuando el mismo elemento de pensamiento puede mantenerse constante en la mente en un cierto lapso de tiempo, ese proceso yóguico se conoce como Dhyana (meditación). Cuando la meditación se hace tan profunda que se olvida todo, olvidando incluso el propio ego, la mente se fija sólo en el objeto al que se está contemplando, dicha concentración voluntaria se llama Samadhi (concentración intensa). Esta característica de Samadhi debe entenderse profundamente. Personas ignorantes creen que cualquier forma de quietud de la mente o trance o pérdida de la conciencia de los objetos externos es Samadhi, pero eso no tiene nada que ver con el Yoga.
Hay diferentes tipos de Samadhi dependiendo de los objetos en los que se pueda concentrar, a saber, Samadhi en objetos abstractos como la luz, sonido, etc., en las facultades como Aharilkara (egocentrismo) y en entidades como el “yo individual” experimentados por los conocimientos del “Yo” y “lo mío”. Estos se llaman Savija–samadhi (es decir, apoyado o ayudado por un objeto). La forma más elevada de Savija–samiidhi es ser absorbido en el pensamiento del Ego, es decir, en la concentración en estado de puro de “yo”. Al principio, por supuesto, la fijación de la mente en un objeto tiene que ser practicada, entonces se convierte en Dhyana. Cuando la práctica de Dhyana se hace más profunda, se convierte en Samadhi. Por ejemplo, para alcanzar el Samadhi en el “Yo” puro, una idea de puro “Yo” tiene que ser formado primero por el razonamiento y por un proceso mental particular, entonces esa idea tiene que ser contemplada de forma exclusiva y se convierte en Dhyana. Cuando esto se profundiza, se dará lugar a la absorción completa en el más puro “yo”. Cuando sólo el sentido de “Yo” puro está presente y nada más, el yogui no es perturbado ni siquiera por el dolor, incluso intenso. Sin duda esta experiencia depende de una larga y constante práctica con sabiduría y devoción, y no es posible sin renunciar al apego a todos los objetos mundanos. Cuando el poder del Samadhi se adquiere por la mente, uno puede ser totalmente absorbido en cualquier objeto de la categoría de Grahya (conocibles, esto es, objetos fenoménicos comprensibles por los sentidos), Grahana (órganos internos y externos) y Grahita (el receptor, el “yo” empírico). En las primeras etapas de la práctica, sin embargo, los devotos son instruidos por profesores experimentados para escoger objetos para meditación, lo que pronto traería una sensación agradable porque Dhyana sobre objetos de los sentidos como la luz, sonido, etc., no se consigue esa sensación de forma rápida y hace que la realización de conceptos sutiles como el puro “Yo” o el Ego, sean más remotas.
Si bien la práctica de la devoción y en algunos casos de forma espontánea, la gente ha sabido experimentar una sensación de bienaventuranza o una sensación de expansión, como si uno se impregnara todo el espacio. Cuando los devotos obtienen tal sensación como resultado de la práctica devocional, puede ser utilizado como soporte para Dharana (fijación), que con el tiempo puede llegar a convertirse en Dhyana (meditación). Si uno ocasionalmente consigue esa sensación espontáneamente, es decir, sin ningún tipo de práctica, pero no puede hacerlo cuando él lo desea, entonces no es particularmente útil para los fines del Yoga. Una vez más, la llegada de ese sentimiento no significa necesariamente que Dharana (fijeza del pensamiento), Dhyana (meditación) y Samadhi (concentración intensa) se hayan alcanzado, porque incluso en conseguir esa sensación de felicidad o la sensación de impregnar el espacio, tales mentes siguen recorriendo en muchas direcciones y no están ocupadas con una sola idea. No puede, por tanto, entrar en la definición del Yoga. Ese sentimiento puede ser una especie de realización y si la fijeza se desarrolla en el sentimiento mismo, podría llevar a la práctica de Yoga.
Cuando se logra el éxito en la concentración de yóguica, el conocimiento y el poder de alcanzan su plenitud. Aquel que no tiene tal competencia, no puede ser considerado haber alcanzado la máxima perfección en el Samadhi. Se podría pensar que una persona que haya alcanzado tal perfección no desea mostrar su iluminación o poderes. Eso puede ser cierto, pero los que al tratar de aplicar sus conocimientos y poderes no tienen éxito y siguen afirmando que dominan el Samadhi están trabajando bajo un engaño.
Los frutos de yoga son el cese de las tres miserias. Cuando uno puede controlar plenamente la facultad cognitiva y se eleva a voluntad por encima de las percepciones externas y del apego al cuerpo y los sentidos, sólo entonces puede uno elevarse por encima de todas las aflicciones.
El Yoga real es de dos clases: Samprajñáta y Asamprajnata. Para yoga Samprajñáta, fijación en un solo punto o intencionalidad de la mente con atención próxima e indivisible es esencial. Cuando por la contemplación en alguna divinidad o en el Ego, etc., o en un estado de bienaventuranza, la mente puede fijarse sin esfuerzo en cualquier objeto particular, y sin que ninguna otra idea se entrometa en la mente, entonces la mente puede ser considerada como habiendo alcanzado un estado habitual de enfoque en un solo punto. En una fase inestable la mente puede fijarse de vez en cuando, pero normalmente funcionaría sin ningún control. Por lo tanto, aunque se pueda alcanzar Samadhi temporalmente en esta fase, no se puede garantizar la paz permanente de la mente para lo cual un estado habitual de enfoque en un solo punto es esencial. Si se alcanza Samadhi en un estado de fijación en un solo punto de la mente y la iluminación viene en ese estado, entonces el conocimiento adquirido será permanente. Este proceso se conoce como Samāpatti (ensimismamiento). Si después de ganar el poder de adquisición de conocimientos de esta manera, uno puede darse cuenta de la forma más alta del “yo” empírico, que es el Conocedor, y retener esa iluminación, entonces uno puede llegar a la etapa más alta de la comprensión del mundo fenoménico. Posteriormente, si con el conocimiento discriminativo, al darse cuenta el carácter extraordinario del yo empírico, se puede, por la renuncia suprema, excluir incluso ese ensimismamiento, lo que sería Asamprajnata–yoga. Sólo entonces se puede alcanzar la quietud completa de la mente y los sentidos, es decir, la cesación completa de la actividad física y psíquica, cuando sólo la solitaria existencia de Purusa o el Ego metempírico permanecen. Ese es el objetivo final del Yoga, que es la paz perpetua de la mente o Kaivalya Moksa, es decir, la liberación.
Puede haber tres estados de la mente, a saber, Sāttvika o calma luminosa, Rajasika o agitado y Tamasika o estupefacto. Por lo tanto, si hay reducción de Rajas o principio de los disturbios, no se desprende necesariamente que la mente sea Sāttvika; podría ser Tamasika. Lo que comúnmente se llama ‘trance’ es un estado de inactividad mental de este tipo, es un Tamasika o estado aletargado. La mera interrupción de la actividad mental no es, por tanto, Yoga. Sería Yoga si la actividad mental podía ser detenida a voluntad y la mente pudiera fijarse con atención en uno u otro de los ya citados tres clases de objetos, a saber, Grahya, Grahana o Grahita. En trance ordinario, la mente no está voluntariamente ocupada con ninguna de ellas. Como resultado de la anestesia, la mente parece estar reducido a un estado de inactividad, pero en realidad es un estado de inconsciencia. La histeria y otras enfermedades mentales similares son de la misma naturaleza. Estos son estados involuntarios y torpes, mientras que el yoga es un estado voluntario y consciente. Aparentemente hay una cierta semejanza entre los dos estados, y por lo tanto la gente se confunde, pero el estado actual de la mente y el resultado final en las dos condiciones son tan diferentes y contrarios como la oscuridad y la luz.